lunes, 1 de diciembre de 2008

"Un señor maduro con una Oreja Verde"

Un día, en el Expreso Soria - Monteverde
vi subir a un hombre con una oreja verde.

Ya joven no era, sino maduro parecía,
salvo la oreja, que verde seguía.

Me cambié de sitio para estar a su lado
y observar el fenómeno, bien mirado.

Le dije: “Señor, usted tiene cierta edad;
dígame, esa oreja verde ¿le es de alguna utilidad?

Me contestó amablemente: “Yo ya soy persona vieja,
pero de joven sólo tengo esta oreja”.

“Es una oreja de niño que me sirve para oír
cosas que los adultos nunca se paran a sentir:
oigo lo que los árboles dicen, los pájaros que cantan,
las piedras, los ríos y las nubes que pasan;
oigo también a los niños cuando cuentan cosas,
que a una oreja madura parecerían misteriosas…”

Así habló el señor de la oreja verde,
aquel día, en el Expreso Soria-Monteverde.

Gianni Rodari

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Sueños de Semilla

SUEÑOS DE SEMILLA En el silencio de mi reflexión percibo todo mi mundo interno como si fuera una semilla, de alguna manera pequeña e insignificante pero también pletórica de potencialidades. ...Y veo en sus entrañas el germen de un árbol magnífico, el árbol de mi propia vida en proceso de desarrollo. En su pequeñez, cada semilla contiene el espíritu del árbol que será después. Cada semilla sabe cómo transformarse en árbol, cayendo en tierra fértil, absorbiendo los jugos que la alimentan, expandiendo las ramas y el follaje, llenándose de flores y de frutos, para poder dar lo que tienen que dar. Cada semilla sabe cómo llegar a ser árbol. Y tantas son las semillas como son los sueños secretos. Dentro de nosotros, innumerables sueños esperan el tiempo de germinar, echar raíces y darse a luz, morir como semillas... para convertirse en árboles. Árboles magníficos y orgullosos que a su vez nos digan, en su solidez, que oigamos nuestra voz interior, que escuchemos la sabiduría de nuestros sueños semilla. Ellos, los sueños, indican el camino con símbolos y señales de toda clase, en cada hecho, en cada momento, entre las cosas y entre las personas, en los dolores y en los placeres, en los triunfos y en los fracasos. Lo soñado nos enseña, dormido o despierto, a vernos, a escucharnos, a darnos cuenta. Nos muestra el rumbo en presentimientos huidizos o en relámpagos de lucidez cegadora. Y así crecemos, nos desarrollamos, evolucionamos... Y un día, mientras transitamos este eterno presente que llamamos vida, las semillas de nuestros sueños se transformarán en árboles, y desplegarán sus ramas que, como alas gigantescas, cruzarán el cielo, uniendo en un solo trazo nuestro pasado y nuestro futuro. Nada hay que temer,... una sabiduría interior las acompaña... porque cada semilla sabe... cómo llegar a ser árbol...

Cuentos para pensar
Jorge Bucay

"No se vayan lejos"

Los árboles tienen
Cuerpos de madera
Pelucas muy verdes
Que nunca se peinan
Hablan con el viento
Le cuentan sus cosas
Y les gusta el vuelo
De las mariposas.

Por eso me gustan,
Por eso los quiero,
Árboles amigos
No se vayan lejos.

Los árboles gordos
Son muy bonachones,
Acunan la luna,
Le cantan canciones.
Los que no son gordos
Bailan con el viento,
Cuando sopla fuerte
Se ponen contentos.


Por eso me gustan,
Por eso los quiero,
Árboles amigos
No se vayan lejos.

A veces sus ramas
Tienen muchos nidos
Son como los padres
De los pajaritos
Los árboles guardan
Un gran corazón
Pero lo regalan
Al darnos su amor.


María Teresa Cibils.

La Naturaleza no es muda

El mundo pinta naturalezas muertas, sucumben los bosques naturales, se derriten los polos, el aire se hace irrespirable y el agua intomable, se plastifican las flores y la comida, y el cielo y la tierra se vuelven locos de remate.Y mientras todo esto ocurre, un país latinoamericano, Ecuador, está discutiendo una nueva Constitución.. Y en esa Constitución se abre la posibilidad de reconocer, por primera vez en la historia universal, los derechos de la naturaleza. La naturaleza tiene mucho que decir, y ya va siendo hora de que nosotros, sus hijos, no sigamos haciéndonos los sordos. Y quizás hasta Dios escuche la llamada que suena desde este país andino, y agregue el undécimo mandamiento que se le había olvidado en las instrucciones que nos dio desde el monte Sinaí: "Amarás a la naturaleza, de la que formas parte".

por Eduardo Galeano